jueves, 21 de mayo de 2009

En un día de lluvia...


Hace días que llueve, con más o menor fuerza, pero llueve... pareciera que el azul del cielo no aparecerá en mucho tiempo y los tonos grises cubren la ciudad dandole un aspecto apagado... flojo y cansado mientras la tierra absorve obligada el agua entregada.

Es en estos días cuando una cierta melancolia me invade, añoranza de algo que desconozco pero que percibo está ahí, no se bien que será... y creo que tampoco intentaré descubrirlo, solo la siento como tantas otras veces y por algunos momentos, ya que se pronto la guadaré en algún rincón de mi inetrior, hasta que nuevamente aflore al exterior sin que yo se lo pida.

Pero en si, y a pesar de lo que se pueda pensar, me gustan los días de lluvia, en especial si escondida en mi refugio puedo sentarme a pensar, soñar e imaginar, con la mirada perdida y el rostro cruzado de multiples emociones, sin que nadie, o al menos, nadie que yo quiera, me esté preguntándo el porque de mi silencio, cuestionando mi soledad o exigiéndome ser algo que no soy ni nunca seré...

Porque simplemente así soy yo... una enredada madeja de pensamientos, emociones, ideas y acciones, quizás un alma vagabunda de un pasado olvidado o un espiritu joven anhelante de aventuras desconocidas... una soñadora realista.
Creo que no voy necesariamente al ritmo de la mayoría lo cual para muchos es incomprensible y cuestionable... incluso molesto... pero, ¿que les puedo decir? esta es mi escencia... lo que soy.

Sonriendo levemente, apenas curvando mis labios confirmo una vez más, en esta tarde de fríos grises, que me gusta pensar en los días de lluvia...


viernes, 15 de mayo de 2009

"Primavera anticipada" - bella canción!!


Esta canción es de Laura Pausini junto a James Blunt... awwww dos de mis cantantes solistas favoritos juntos, ¡¡genial!! además que la letra es muy bonita, así que aquí les dejo la letra y el video, gentileza de Youtube =)).

“Primavera Anticipada”

Por sentado no doy
Nada de lo que soy
Ni el latido más mínimo, ahora no

It’s the air that i breathe
It’s my fall at your feet
It is my song
I sing when you are gone

En esta primavera anticipada
Que aumenta así
Lo bueno dentro de mi

Ahahah lo sé
Eres mi horizonte mi amanecer
Ahahah la prueba que
Demuestra lo que puedehacer

Porque…

All my hopes and my fears,
my hopes my fears
In this moment are clear
You are the one the one
My moon my stars my sun

Ees esta primavera anticipada
Me gusta así, si, me hace volver a vivir

Aahahah lo sé
Eres mi horizonte mi amanecer
Ahahah la prueba que
Demuestra lo que puedes hacer

Flores, mosaico de colores
Errores, cicatrizan hoy mejor en mí
Sin duda serás tú el artífice
En esta primavera que ya, llego, llego
Ahora la siento a mí alrededor.



viernes, 8 de mayo de 2009

~ Día de la madre ~



A mi parecer "El día de la madre" es uno de los días que realmente merece ser celebrado, puesto que celebrar y expresar no solo en privado sino que tb publicamente el cariño, amor, respeto y admireación que tenemos hacia nuestras progenitoras es algo por lo cual uno debe sentirse realmente feliz.

Algo que me agrada mucho es saber que esta celebración nació hace muchos siglos atrás, osea, EEUU no la creo, ni inventó como lo ha hecho con tantas cosas a lo largo del tiempo, lo cual es bueno desde cierto punto de vista jijiji. De hecho, la primera referencia la encontramos en la antigua Grecia, donde se rendía homenaje a Gea, diosa madre de Poseidón, Zeus y Hades, que simboliza la Tierra. Posteriormente, los romanos inspirarían La Hilaria, que se celebraba el 15 de marzo y en la cual rendían culto a la diosa Cibeles.

Además de éstas se celebraban el día 1 de marzo las llamadas "Matronales" con una temática similar, donde las mujeres casadas rogaban a Juno por el bienestar de su matrimonio o por un feliz alumbramiento, y se conmemoraba la acción de las sabinas que ponían paz entre sus maridos y padres.


Cuando el cristianismo comenzó a ser prevalente, estás fiestas, de origen pagano, pasaron a celebrarse en honor a la Virgen María, madre de Jesucristo. Esta fiesta cristiana se ubicó en el día 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, fecha que todavía permanece como Día de la Madre en algunos países.

Más tarde, en el siglo XVII comenzó a celebrarse en Inglaterra el “Domingo de las Madres”, fecha en la que los niños traían obsequios a sus madres y en la que muchos sirvientes recibían el día libre para poder visitar a sus progenitores.

En Estados Unidos, el establecimiento definitivo del Día de la Madre vino de mano de Ana Jarvis. Ana había perdido a su madre en el año 1905, y para honrar su memoria contactó con multitud de personas influyentes con el fin de que la respaldasen en su petición de establecer como el Día de la Madre definitivo el segundo domingo de mayo, fecha del aniversario de la muerte de su madre. Llegando a crear en 1912 la Asociación Internacional Día de la Madre para reforzar su iniciativa, que para ese entonces ya se celebraba en multitud de regiones del país.
Por fin en el año 1914 el Congreso de Estados Unidos dio su aprobación a la fecha que Ana Jarvis había propuesto como Día de la Madre, y fue declarada fiesta nacional. Día festivo que se extendió en poco tiempo a multitud de países como Perú, Chile, Brasil y Bélgica entre muchos otros.

Por desgracia, como ocurre en muchas celebraciones de este tipo, los intereses comerciales comenzaron a primar sobre el significado real que su creadora había propuesto para este día y, por esta razón, Ana Jarvis presentó una demanda en 1923 para eliminar del calendario la festividad que ella misma había ideado. A pesar de sus muchas protestas al respecto no logró a penas ningún apoyo y murió viendo como su ideal Día de la Mujer era sustituido por un mercado y no podía hacer nada para evitarlo.

Mmmmm... sobre esto último, quisiera hacer un comentario... Si, es cierto eso, muchas veces lo comercial supera al verdadero significado y todo se transforma en comprar y comprar , pero a pesar de ello a mi me gusta buscarle y regalarle algo a mi mami, porque para mi ella es demasaido valiosa y pongo mi corazón y cariño inmenso =).

AAAAAhhh, escribir esto me hace recordar cuando con la Ruca y la Keka (y luego Coco), recorriamos el centro de nuestra ciudad buscando alguna cosita linda que tenerle a mi mami ese día, aunque tuviesemos unos poquitos pesos, solo con el deseo de verla sonreír y hacerla un poquin feliz... esa era nuestra meta =)).

Creo que es eso lo más importante, más allá de que sea o no algo comercial, es el profundo significado de amar a esa persona que no solo nos dio la vida, sino que tb nos acompaña día a día sin abandonarnos nunca a la cual queremos conmemorar un día al anoche de la forma más especial.







domingo, 3 de mayo de 2009

El almohadón de plumas - Horacio Quiroga

Alicia fue extinguiéndose en su delirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía siempre en las primeras horas. Durante el día no avanzaba su enfermedad, pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que únicamente de noche se le fuera la vida en nuevas alas de sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer día este hundimiento no la abandonó más. Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, ni aún que le arreglaran el almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaron en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama y trepaban dificultosamente por la colcha.

Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz. Las luces continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y la sala. En el silencio agónico de la casa, no se oía más que el delirio monótono que salía de la cama, y el rumor ahogado de los eternos pasos de Jordán.

Murió, por fin. La sirvienta, que entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un rato extrañada el almohadón.

—¡Señor! —llamó a Jordán en voz baja—. En el almohadón hay manchas que parecen de sangre.

Jordán se acercó rápidamente Y se dobló a su vez. Efectivamente, sobre la funda, a ambos lados dél hueco que había dejado la cabeza de Alicia, se veían manchitas oscuras.

—Parecen picaduras —murmuró la sirvienta después de un rato de inmóvil observación.

—Levántelo a la luz —le dijo Jordán.

La sirvienta lo levantó, pero enseguida lo dejó caer, y se quedó mirando a aquél, lívida y temblando. Sin saber por qué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.

—¿Qué hay?—murmuró con la voz ronca.

—Pesa mucho —articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.

Jordán lo levantó; pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la sirvienta dio un grito de horror con toda la boca abierta, llevándose las manos crispadas a los bandós: —sobre el fondo, entre las plumas, moviendo lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado que apenas se le pronunciaba la boca.

Noche a noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca —su trompa, mejor dicho— a las sienes de aquélla, chupándole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La remoción diaria del almohadón habría impedido sin duda su desarrollo, pero desde que la joven no pudo moverse, la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había vaciado a Alicia.

Estos parásitos de las aves, diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones enormes. La sangre humana parece serles particularmente favorable, y no es raro hallarlos en los almohadones de plumas.

El almohadón de plumas - Horacio Quiroga

Al otro día Alicia seguía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha agudísima, completamente inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte.

Todo el día el dormitorio estaba con las luces prendidas y en pleno silencio. Pasábanse horas sin oír el menor ruido. Alicia dormitaba. Jordán vivía casi en la sala, también con toda la luz encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra ahogaba sus pesos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, mirando a su mujer cada vez que caminaba en su dirección.

Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que descendieron luego a ras del suelo.

La joven, con los ojos desmesuradamente abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche se quedó de repente mirando fijamente. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de sudor.

—¡Jordán! ¡Jordán! —clamó, rígida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra.
Jordán corrió al dormitorio, y al verlo aparecer Alicia dio un alarido de horror.

—¡Soy yo, Alicia, soy yo!

Alicia lo miró con extravió, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de estupefacta confrontación, se serenó. Sonrió y tomó entre las suyas la mano de su marido, acariciándola temblando.

Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide, apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos.

Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa, desangrándose día a día, hora a hora, sin saber absolutamente cómo. En la última consulta Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban, pasándose de uno a otro la muñeca inerte. La observaron largo rato en silencio y siguieron al comedor.

—Pst... —se encogió de hombros desalentado su médico—. Es un caso serio... poco hay que hacer...

—¡Sólo eso me faltaba! —resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente sobre la mesa.

El almohadón de plumas - Horacio Quiroga

Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Lo quería mucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer.

Durante tres meses —se habían casado en abril— vivieron una dicha especial. Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielo de amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.

La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso —frisos, columnas y estatuas de mármol— producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.

En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante, había concluido por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil, sin querer pensar en nada hasta que llegaba su marido.

No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin una tarde pudo salir al jardín apoyada en el brazo de él. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto Jordán, con honda ternura, le pasó la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos, echándole los brazos al cuello. Lloró largamente todo su espanto callado, redoblando el llanto a la menor tentativa de caricia. Luego los sollozos fueron retardándose, y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni decir una palabra.

Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente amaneció desvanecida. El médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole calma y descanso absolutos.

—No sé —le dijo a Jordán en la puerta de calle, con la voz todavía baja—. Tiene una gran debilidad que no me explico, y sin vómitos, nada.. . Si mañana se despierta como hoy, llámeme enseguida.